¿Alguna vez has escuchado el refrán “Quien guarda, halla” o “Quien guarda, siempre encuentra”? Seguramente sí, y es posible que incluso tu familia lo haya dicho en alguna ocasión. Hace poco hablaba con una clienta que estaba intentando entender la razón por la que le costaba tanto deshacerse de cosas que ya no utilizaba y ella me comentaba que su madre le había inculcado desde pequeña que deshacerse de las cosas era malgastar y había que guardar por si luego se necesitaba. “Quien guarda halla”, le decía siempre.

Hace 50 o 60 años esta frase tenía todo el sentido del mundo si pensamos que fueron generaciones que vivieron durante la postguerra, con recursos económicos limitados y en un época donde era complicado conseguir ciertas cosas. Pero si la analizamos en profundidad ya no tiene tanto sentido. El contexto ha cambiado: ahora tenemos mil opciones de donde elegir, rapidez para conseguir lo que necesitamos y precios competitivos.  Si nos dedicamos a guardar todo “por si acaso” terminaremos con una casa abarrotada de objetos. Esto es una mentalidad que hemos heredado de una generación que vivió épocas de escasez.

Con esto no quiero decir que nos dediquemos a desechar todo e incitar al desperdicio. Tenemos que empezar por hacer un consumo consciente y  pensar muy bien antes de comprar algo. 

 -¿Realmente lo voy a utilizar lo suficiente como para comprarlo?

-¿Puedo pedirlo prestado si es solo para una ocasión específica?

Una vez que hayas hecho esto, es importante guardar con criterio y de forma organizada solo las cosas que sabemos que realmente vayamos a necesitar. Y si al final no las hemos utilizado en un tiempo debemos considerar donarlas, venderlas o regalarlas.

El que guarda demasiado y sin criterio ¡NO HALLA NADA! Y si no encuentras lo que tienes cuando lo necesitas es como si no lo tuvieras.  ¡Hagamos de nuestras casas espacios más ordenados y libres de cosas innecesarias!

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